La leyenda se distingue en el hecho de que no precisamente debe habitar fuera del tiempo histórico ni ser protagonizada por personajes de carácter divino o heroico.
Sin embargo, la leyenda y el mito bien podrían compartir el mérito de narrar una historia maravillosa, pues la leyenda ha cruzado un sin número de ocasiones el límite entre lo extraordinario y lo propiamente épico.
Actualmente se define a la leyenda como una relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos.
No obstante, quien la tome a la ligera está cometiendo un grave error. Además de que estar rechazando la oportunidad de dar rienda suelta a sus sensaciones; aquel que no toma enserio una leyenda o la rechaza, ha perdido dos de sus capacidades naturales, la de ver la esencial belleza de lo desconocido, del infinito, y la capacidad de sentir el aura de lo legendario, el mismo que te eriza la piel.
Como moraleja, nunca esperes un gramo de optimismo o iniciativa de alguien que no sabe disfrutar una leyenda.
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